Una dieta nutritiva es fundamental para mantenerse en buena salud y con energía vital. Muy pocos «expertos en salud» no estarían de acuerdo con esta afirmación, visto que la historia y la ciencia médica han demostrado su veracidad. Es un concepto tan simple que mucha gente se olvida de que la comida proporciona la energía y los componentes básicos que permiten que el cuerpo funcione. Este artículo ofrece al lector una guía sobre qué alimentos se deben comer y por qué son saludables. Además, se indicarán los alimentos que contribuyen al desarrollo de trastornos, para poder evitarlos e impedir que inhiban nuestras energías vitales.
Venenos modernos
Hace un siglo, las comidas se preparaban utilizando alimentos frescos e integrales. En general, se cultivaban las tierras del lugar, que se consideraban un bien valioso. Las personas dedicaban bastante tiempo a la preparación de las comidas y apreciaban sus gustos y aromas intrínsecos. Hoy en día, la unión entre tecnología y globalización ha transformado gran parte de las reservas de alimentos en productos precocinados, semisintéticos, transgénicos y sin sustancias nutritivas. Basta con observar los supermercados de cerca de casa: la mayor parte de los alimentos se envasan en cajas u otros tipos de confecciones y contienen conservantes que prolongan la fecha de caducidad. Muchas personas, especialmente en los Estados Unidos, tienden a estar sobrealimentadas y, al mismo tiempo y paradójicamente, malnutridas.
Consejos para la adopción de una dieta saludable
- Aprenda todo lo que pueda sobre nutrición. Este artículo y otros muchos textos contienen innumerables consejos saludables y eficaces sobre el método de alimentación ideal.
- Ejerciendo de modelo de cómo alimentarse de manera nutritiva, usted puede tener una influencia positiva en la educación de sus hijos. Los niños aprenden mucho más observando que escuchando los sermones de los padres. Siga usted mismo las recomendaciones que da a sus hijos: descubrirá que es una excelente manera de inculcarles hábitos alimentarios saludables.
- Muéstrese entusiasmado con la idea de una alimentación sana. Este entusiasmo nace de la convicción de que realmente es posible contribuir personalmente a mejorar la calidad de su propia salud y energías vitales.
- Sea paciente. En una sociedad en la que la comida de mala calidad se ha vuelto la norma, adaptarse a una dieta sana precisa tiempo.
- Pase a la acción. Puede tener una influencia inmediata sobre el bienestar de sus hijos controlando lo que se meten a la boca. Además, tiene la oportunidad de desempeñar un papel clave en la prevención de patologías y trastornos asociados a una dieta incorrecta, tales como obesidad, diabetes, cáncer, fatiga, anemia y muchas otras enfermedades crónicas.
Vuelta al Edén
La naturaleza produce una gran variedad de alimentos concebidos por Dios y perfectamente compatibles con el cuerpo humano. La historia nos enseña que cuanto más nos distanciamos de los alimentos que crecen de manera espontánea o se encuentran en la naturaleza, más empeora nuestra salud. El doctor Weston Prince, un dentista apasionado de la antropología y la salud, llevó a cabo algunos de los estudios más interesantes en este campo. Viajó por todo el mundo para estudiar las culturas primitivas y sus hábitos alimentarios, y descubrió que aquellos que tenían una dieta tradicional, compuesta por los frutos de la tierra que podían recolectar y la carne de animales que cazaban ellos mismos (especialmente pescado), gozaban de mejor salud y eran más longevos. Hoy, más que nunca, las personas con una fuerte conciencia alimentaria optan por comer alimentos frescos y biológicos. Estamos convencidos de que esta tendencia que se puede apreciar irá adquiriendo fuerza a medida que las investigaciones científicas en materia nutricional continúen demostrando la cantidad de beneficios para la salud que derivan del consumo de alimentos naturales.
La dieta americana estándar: un esquema a evitar
La tasa de obesidad, diabetes, tumores, patologías cardíacas y otras muchas enfermedades crónicas continúa aumentando a un ritmo vertiginoso, en gran parte debido a la conocida como dieta americana estándar. Si desea mantenerse en buena salud, la solución más evidente es no comer lo que la mayoría de los americanos come.
La dieta americana estándar contiene muchos carbohidratos refinados -un término técnico para referirse sustancialmente al azúcar-, ácidos grasos saturados y transgénicos, es decir tipos de grasas asociadas al desarrollo de enfermedades, y proteínas animales. La mayoría de los alimentos disponibles en el mercado contienen altas cantidades de edulcorantes, colorantes y conservantes artificiales. Las comidas suelen consistir en alimentos precocinados (comida rápida) o congelados, si es que no se saltan por completo, y habitualmente no incluyen vegetales, como fruta, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos y semillas. En lugar de agua beben café, bebidas alcohólicas, gaseosas o zumos de fruta azucarados. Los productos alimentarios contienen pesticidas, herbicidas y otras sustancias químicas tóxicas, y ni siquiera las marcas que producen alimentos para niños están libres de ellos. En el paso de la infancia a la edad adulta, las personas abandonan el instinto primario de consumir alimentos nutritivos y se convierten en víctimas de la publicidad televisiva que fomenta alimentos «artificiales». Por ejemplo, la revista Journal of the American Dietetic Association ha publicado el informe de una investigación llevada a cabo con niños en edad preescolar, en la que los investigadores demostraron que los alimentos que se consumen más frecuentemente son bebidas con sabor a fruta, bebidas con gas, leche -el 2%- y patatas fritas, mientras que la fruta y la verdura se sitúan en el primer puesto de los alimentos menos apreciados.
El «lío» de la pirámide
En 1992, el Ministerio de Agricultura de Estados Unidos publicó el Food Guide Pyramid (la pirámide alimentaria). En nuestra opinión, como también en la de la mayoría de los médicos nutricionistas, este vademécum encarna el motivo por el cual tantos estadounidenses tienen ideas confusas acerca de lo que deberíamos comer. Además, hemos descubierto que los individuos que siguen este tipo de programa nutricional tienen más probabilidades de sufrir obesidad y de desarrollar otros tipos de trastornos crónicos.
Resulta triste decirlo, pero es posible que, en materia de protección de la salud, el Ministerio de Agricultura de Estados Unidos no actúe en interés de sus propios conciudadanos. Se trata de una víctima de lo que muchos llamarían «conflicto de intereses», ya que por un lado representa a la industria alimentaria y por el otro se encarga del desarrollo de políticas de educación alimentaria dirigidas a los consumidores. Basta mirar el énfasis que se pone en el número de porciones de pan, arroz, cereales y pasta: estos son exactamente los tipos de alimentos que generalmente se consumen en exceso y que contribuyen a agravar problemas de peso, patologías cardíacas y muchas otras enfermedades relacionadas con desequilibrios en los niveles de insulina. Un problema adicional radica en que el Ministerio de Agricultura de Estados Unidos recomienda consumir con moderación grasas y aceites, mientras que cualquier experto de nutrición afirma que los ácidos grasos esenciales son cruciales para un buen estado de salud, y la mayoría de la población no consume tales ácidos grasos.
PIRÁMIDE ALIMENTARIA DEL MINISTERIO DE AGRICULTURA DE ESTADOS UNIDOS
La pirámide alimentaria de Balch y Stengler
A continuación se muestra el tipo de pirámide que recomendamos a nuestros pacientes. El esquema se ajusta a los resultados de los estudios de investigación modernos en materia de nutrición y favorece la consecución de un estado de salud óptimo.
Dieta basada en alimentos integrales
La dieta debería basarse en el consumo de alimentos integrales no tratados y lo más frescos posible. A pesar de que es difícil seguir una dieta que consista en alimentos completamente integrales, es bueno tender a ese objetivo cuando se preparan las comidas. Una dieta de este tipo es mucho más rica en sustancias nutritivas y enzimas respecto a los alimentos envasados o procesados industrialmente.
Ejemplos de alimentos integrales son los diferentes tipos de pan integral y cereales, frutas, verduras, pescado fresco, pollo y carne de ganado, frutos secos y semillas. En definitiva, todos los alimentos que no han sido sometidos a un procesamiento industrial son alimentos integrales, que no contienen ni más ni menos que lo que les ha concedido la naturaleza.
De acuerdo con la Environmental Protection Agency (la entidad de protección del medio ambiente de Estados Unidos), «los efectos negativos de la exposición a pesticidas van de síntomas leves de vértigo y náuseas a graves trastornos neurológicos, reproductivos o de desarrollo de largo plazo. Los estadounidenses utilizan más de medio millón de toneladas de pesticidas al año para combatir las plagas que infestan los cultivos, casas, entornos de trabajo, escuelas, parques, hospitales y otros lugares públicos. Por primera vez, la EPA ha exigido la realización de cientos de estudios adicionales sobre los pesticidas para comprender a fondo las repercusiones concretas sobre la infancia (neurotoxicidad en la fase de desarrollo, neurotoxicidad aguda y subcrónica). Además, la entidad ha desarrollado nuevas pruebas y métodos de evaluación de riesgos dirigidos a los factores que afectan exclusivamente a neonatos y niños».
Dieta variada
Una dieta saludable incluye una gran variedad de alimentos. De hecho, cada alimento presenta un perfil nutricional distinto. Comer la mayor variedad de alimentos sanos posible permite ampliar la cantidad y tipología de sustancias nutritivas. No solo eso, sino que el gusto personal y el deseo de una amplia gama de alimentos aumentarán después haber experimentado una variedad tan grande de sabores, consistencias, etcétera. Además, una dieta variada previene el desarrollo de alergias e intolerancias alimentarias, evitando así problemas presentes y futuros. Trate de comer frutas y verduras de todos los colores: verde, amarillo, rojo... todos contienen fitonutrientes de tipos distintos, muy importantes todos ellos para la prevención de patologías graves.
Alimentos biológicos: una elección de calidad superior
Cada año se rocían sobre los cultivos de Estados Unidos más de medio millón de toneladas de pesticidas y herbicidas, y suponer que las personas ingieren estas sustancias potencialmente tóxicas es una posibilidad extremadamente realista.
Los efectos a largo plazo de la exposición a pesticidas y herbicidas no están del todo claros, sin embargo, se está empezando a delinear un panorama preocupante. Los estudios demográficos llevados a cabo en la población adulta sugieren un vínculo con ciertos tipos de tumores y patologías neurológicas. Como padres y médicos, no es sensato esperar a que alguna prueba científica irrefutable consiga asociar definitivamente tales sustancias químicas a diferentes patologías. Pesticidas que antes se consideraban seguros y que fueron utilizados durante decenios están hoy prohibidos: por ejemplo, hace poco tiempo se ha prohibido la fumigación de manzanas con Metil paratión, un tipo de plaguicida organofosforado.
LA MARCA «BIOLÓGICO»
En cuanto a la salud, los alimentos representan uno de los pocos factores ambientales sobre los que podemos ejercer un control específico. Es difícil controlar el aire que respiramos fuera, a menos que nos mudemos a otra zona. Por el contrario, tenemos la posibilidad de controlar, al menos hasta un cierto punto, cómo de seguros son los alimentos que ingerimos, y podemos hacerlo adquiriendo productos biológicos.
El término «biológico» significa que los alimentos no han sido tratados con productos químicos y se han cultivado en terrenos seguros. Es recomendable buscar productos alimentarios con la etiqueta de «cultivo de agricultura biológica». Los alimentos biológicos pueden no estar totalmente libres de pesticidas, debido a la contaminación por parte de cultivos adyacentes y circunstancias que escapan al control. Un estudio realizado por Consumer Reports en 1997 en aproximadamente cincuenta kilos de productos alimentarios biológicos y no biológicos (seleccionados al azar de tiendas distribuidas por el país) ha demostrado que el 25% de las muestras biológicas solo contenía trazas de pesticidas, mientras que en el 77% de los alimentos no biológicos el contenido de pesticidas era evidente. Es cierto que los productos biológicos tienen un coste mayor, pero es igualmente cierto que la salud bien vale la diferencia de precio. Por lo tanto, se aconseja precaución en la adquisición de los siguientes tipos de frutas y verduras, ya que contienen algunos de los niveles más elevados de pesticidas tóxicos:
- Melocotones
- Manzanas
- Peras
- Uva
- Fresas
- Frambuesas
- Calabaza de invierno
- Judías
- Espinacas
- Patatas
Incluso los productos alimentarios para la infancia están contaminados de pesticidas y sustancias químicas. Afortunadamente, las marcas más conocidas ponen actualmente a disposición del consumidor productos provenientes de cultivos y ganadería biológicos. Una alternativa aceptable a la compra de productos biológicos es comprar fruta y verduras en las tiendas de las explotaciones agrícolas locales, sabiendo antes qué explotaciones no utilizan pesticidas en sus cultivos. También es posible adquirir pollo y carne fresca provenientes de pollos, ovejas y vacas criados con piensos y forrajes libres de pesticidas, hormonas y antibióticos. Actualmente también se puede comprar leche de producción biológica.
Referencias bibliográficas
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